Paul Preston (su último libro: "El Holocausto español")

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serba
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Paul Preston (su último libro: "El Holocausto español")

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"Durante el franquismo y después hubo un lavado de cerebro de la nación"

El historiador critica la candidez de anarquistas y trotskistas "por pensar que harían una revolución en medio de una guerra"


LAURA BALLESTER | Paul Preston se ha servido del trabajo de decenas de historiadores para orquestar su último libro, "El Holocausto español", en el que profundiza en las causas y desarrollo de la Guerra Civil. No quiere polemizar, dice, sino contar que fueron unos hechos "horribles" para los dos bandos.



– ¿Qué pasos deberían darse para alcanzar una cifra de víctimas de la guerra lo más exacta posible?

– Buffff! Significaría tener muchos medios económicos, que deberían venir del Gobierno, y eso va a ser muy difícil. El Gobierno actual no está por la labor, ni ideológica ni económicamente. Habría que crear una comisión de expertos en la materia, tipo Vicente Gabarda, Paco Espinoso... Yo haría la comisión en un momento, aunque no figuraría. Deberían definir, en una primera fase, qué es lo que sabemos a ciencia cierta, dónde hay dudas y dónde lagunas totales, y no se sabe nada. Y a partir de ahí decidir dónde investigar. Se puede hacer pero habría que hacerlo con dinero.


– ¿Persiste la dificultad de acceso a los archivos y la pérdida deliberada de documentación?

– Sobre todo está muy fragmentado.


– ¿Usted ha tenido problemas?

– Yo he hecho un trabajo de minero en la Causa General, que está abierta y no hay problemas. La gente con la que colaboré hace un trabajo minucioso de la represión en zona franquista y se han encontrado dificultades de muchos tipos. España, entonces y ahora, está dividida en regiones militares y hay archivos de todo tipo: militares, los de la Falange y los registros civiles de cada parroquia, donde había mucha falsificación. Un ejemplo: en un pueblo murieron en un día 37 hombres por derrame cerebral. ¿Por qué? Porque los habían fusilado. Eso no se dice. En otros sitios, los registros del cementerio han desaparecido. Hay zonas con acceso a los archivos militares y otros no. ¿Con qué se trabaja en el archivo? Pues con ficheros, porque digitalizado ni hablar... A José García Márquez lo dejaron entrar porque se ofreció a catalogarlo gratis y fue una labor de muchísimos años. Hay gravísimos problemas y muchos parches.


– ¿Usted accedió a los archivos de la Fundación Francisco Franco?

– (Niega con la cabeza) Aunque es igual. El archivo de Franco no es el archivo adecuado para el estudio de la represión, de la misma forma que en los papeles de Hitler no vas a encontrar material sobre Auschwitz.


– ¿Cómo se explica que las falsedades de la propaganda franquista sobrevivan hasta el siglo XXI?

– Porque durante todo el franquismo el dominio total del sistema de educación, de los medios de comunicación, fueron la base de un lavado de cerebro de toda la nación. Y eso no acabó con la muerte de Franco en noviembre del 75. Porque esa fecha no cambiaron los directores de todos los periódicos, los maestros de todas las escuelas y todos los libros de texto. Y tampoco cambió con las primeras elecciones del 77 ni con el advenimiento de la democracia. Hubo un contralavado de cerebro porque, claro, eso habría sido poco democrático, eso habría sido más bien soviético. La consecuencia es un franquismo sociológico que sigue siendo muy fuerte.


– ¿A ese franquismo sociológico se debe la crispación que existe 75 años después de la Guerra Civil?

– Creo que se debe más al lavado de cerebro, porque ha dejado a unos frustrados e indignados por los obstáculos a saber, y a otros que se sienten incómodos por los deseos de establecer la verdad. Creo que tiene muchas explicaciones. Por un lado, no es cuestión de incomodar a los que se beneficiaron del franquismo. Evidentemente había falangistas y militares que se hicieron ricos con el franquismo al principio del régimen. Husmear en eso no interesa a nadie. O las empresas que se enriquecieron gracias al uso de mano de obra esclava en los años 40. Por otra parte, había mucha gente para la que el franquismo es sinónimo de crecimiento económico, por el lavado de cerebro que hubo. Y también hay una dimensión psicológica. A mucha gente se le hace incómodo pensar que Franco fuera un dictador sangriento, prefieren no saber nada de eso.


– ¿Los negacionistas son los herederos de los que incautaron los bienes republicanos?

– No, eso es una minoría muy pequeña. Son más bien los que nacieron en el franquismo, que fueron afectados por el lavado de cerebro. Para llegar al número de muertos hay que saber los nombres. En el caso de las víctimas en zona republicana los sabemos por todas las investigaciones en los recursos del Estado y la Causa General. Y en la zona franquista lo sabemos gracias al trabajo minucioso de un ejército de aficionados e historiadores locales. Por eso yo decía que sabemos los nombres de 130.000 y luego podemos extrapolar más números. Aunque Stanley Paine hizo un artículo atacándome en el The Wall Street Journal donde asegura: "Preston dice que eran 130.000. No, son 70.000". Yo puedo decir esa cifra porque aquí están los 130.000 nombres. ¿Por qué dice Paine que sólo son 70.000? Porque lo dice él. Es alucinante. Hay diferentes niveles de negacionismo. Hay negacionismo del hombre de la calle que dice: "yo no me puedo creer eso..." Pero que lo diga un supuesto científico, que ha pasado de ser un liberal a ser un hombre de ultraderecha, eso sí que es, a mi entender, imperdonable.


– ¿Dedicará un libro a los arrepentidos del régimen?

– No. De haber conocido más los habría incluido en el libro, pero es difícil encontrar estos casos, porque el sufrimiento... Y la mayoría está muerta. Fue casi milagroso poder reunir esas historias.


– ¿Los anarquistas fueron los malos de la zona republicana?

– No eran los únicos, por supuesto. Los anarquistas fueron los primeros en abrir las cárceles porque piensan que el que está en la cárcel es una víctima de la sociedad burguesa, es un guerrero de la lucha social... Y hay un colapso de orden público. Esos criminales comunes son una parte importante de lo peor que pasó. Por otro lado, hay muchos grupos de izquierdas, comunistas, socialistas, e incluso republicanos de izquierda republicana que van a por la trama civil del golpe, los que la gente piensa que están a favor del golpe y que identifican como el enemigo social: el propietario, el industrial, el banquero, el sacerdote que ha justificado la injusticia... Los anarquistas piensan, porque es parte de su filosofía, que hay que eliminar todos esos elementos para crear una nueva sociedad. Cuando Durruti dice: "Llevamos un nuevo mundo en nuestros corazones", hay cosas que... ¿Por qué destrozan las iglesias, con las maravillas culturales que hay dentro? Porque al destrozar un edificio no destrozas la religión, los anarquistas destrozan el símbolo y tienen grandes responsabilidades en este sentido. Y también tienen la responsabilidad, como los troskistas, de pensar, con candidez, que se puede hacer una revolución en medio de una guerra. Es como si quisieran decir a Franco: "Oiga, ¿le importa a usted parar de hacernos la guerra durante cinco o diez años mientras hacemos una revolución y luego ya volveremos? Eso es una chuminada."


– ¿Ha molestado su libro a los parientes de los autores de actos violentos durante la guerra?

– Hay varios casos en los que pude acceder a las familias, porque entendieron mis razones. Es duro. Imagina que a tu padre o tu abuelo se prueba en un libro que era un asesino y un violador... No te haría ninguna gracia, ¿no? No escribí el libro con afán de provocar polémica, sino para decir que fue un holocausto, una cosa horrible que pasó a todo un pueblo. El libro explica las diferencias. El sufrimiento no depende de la ideología. Parte del mensaje del libro es que fue horrible para todos. Aunque mi conclusión final es que si no hubiera sido por los rebeldes militares no habría pasado nada. Pero el mensaje central es que fue un holocausto terrible para todos.


– ¿Ningún golpista tuvo posibles para llegar a ser demócrata?

– Había militares que tuvieron discrepancias con Franco. Alfredo Kindelán, el general Antonio Aranda. Pero demócrata, lo dudo mucho. Hubo algunas excepciones como Gutiérrez Mellado.


– ¿La violencia sobre la mujer fue especialmente cruenta en España?

– Una de las dimensiones más terribles fue la violencia deliberada ejercida sobre las mujeres y las humillaciones, la violación como arma política, como parte de esa táctica de aterrorizar a la población. Y eso forma parte del holocausto silenciado porque son cosas que pocas mujeres quieren hablar y denunciar al responsable y en los años 30, muchísimo menos. Es una de las grandísimas diferencias en ambas zonas: la violencia contra la mujer en la zona republicana es mínima. En las investigaciones que ha hecho la Iglesia se han encontrado creo que 12 o 13 casos de monjas que sufrieron humillaciones sexuales de diferentes tipos. Es un número terrible, pero en la otra zona eran decenas de miles.

http://www.farodevigo.es/sociedad-cultu ... 83774.html
Poblada soledad es hoy el mundo.
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