Bicentenario de los fusilamientos en Arxán (Mesía)

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Mpardo
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Bicentenario de los fusilamientos en Arxán (Mesía)

Mensaje por Mpardo »

Mañana día 12 de febrero se cumplirán 200 años del fusilamiento acaecido en la capilla de Arxán (municipio de Mesía, provincia de A Coruña) de 12 aldeanos por el ejercito francés, en un acto de barbarie de éstos cometido el 12 de febrero de 1809, pocos días después de la batalla de Elviña en La Coruña, acaecida entre el 16 y el 18 de enero de dicho año.

Dicho hecho, figura reflejado en el libro parroquial de defunciones de San Cristóbal de Mesía, donde se detalla lo siguiente:

“En el día trece de Febrero (Lunes de Carnestolendas) del año de mil ochocientos y nuebe, dentro de la Capilla de Nuestra Señora de Arján, sita en la Parroquia de San Cristoval de Mesía, con solo un Responso a cada uno, y todos juntos en una, por lo raro, y apretado del caso, se dio sepultura a los cadáveres de Mateo Sánchez, marido de Lucía Boga, Joseph Pardo, marido de Andrea Blanco; Juan Quindimil, viudo de Domª Sánchez; Thomás Quindimil, marido de Josefa López; Francisco Quindimil, hijo de este último; Thomás Méndez, marido de María de Castro; Francisco Blanco, marido de Juana Rodríguez; Pedro Mira, viudo de Dominga Sánchez, Antonio Verea, marido de Vicenta Rdguez; Antonio Gundín, soltero, hijo de Melchor; Antonio Fandiño, también soltero, criado de Jacinta Mosquera: Todos once víctimas inocentes del furor francés, destinado a quemar, matar y asolar la mencionada parroquia; muertos afusilados en las inmediaciones de la mencionada Capilla, y la maior parte junto al Crucero de ella, sin que se les pudiese preparar, ni echar otra mortaja, que los ordinarios vestidos con que caieron muertos el Domingo anterior por la mañana, ni menos conducirse a la Iglesia parroquial por falta de gente, que se havía dispersado, ni se acercaba llena de pavor, y espanto: Todos eran Vecinos de la misma feligresía e yo dn Gregorio Pelagio Vázquez Cavanas, Cura párroco de la de San Miguel de Filgueira, considerando la ausencia del actual Cura ecónomo, y movido de un no sé que superior al miedo que havía concebido, me presté al socorro espiritual de aquellos infelices y asistí a los referidos entierros, lo pongo por asiento y firmo estando en la Sacristía de la repetida Iglesia parroquial de Mesía, en donde se halló este Libro a Veinte días del mes y año ut supra. Gregorio Pelagio Vázquez Cabanas [sinatura]. En catorce de febrero de mil ochocientos y nuebe, dentro de la Yglesia parroquial de S. Christoval de Mesía y fila de seis reales se dio sepultura al cadaver de Isidro Lata, marido de Thomasa Pita, muerto igualmente por los franceses, y sin mortaja particular con el ofº de sepultura, que yo el infraescrito Cura de Filgueira por ausencia del economo le hice, y que conste lo firmo a veinte del mismo.”

Si bien no se indican las causas de dicho acto de fusilamiento, los historiadores coinciden en que el mismo fue realizado como represalia por un acto, que la mayoría de ellos califican como una página gloriosa de Galicia en la Guerra de la Independencia contra los franceses, y que está relacionado con la desaparición misteriosa de dos escuadrones del tren de artillería volante del ejército francés que pertenecían al sexto cuerpo del mando del Duque de Elchinge. Dicho tren de artillería estaba compuesto por 200 hombres y 200 caballos, y parece ser que estaba establecido en las inmediaciones del antiguo camino inglés de Betanzos a Santiago, que remontaba el río Mero cruzando las parroquias de Cos, Meangos, Cullergondo, Cutián, Carres, Figueiredo, Paderne, Probaos y Visantoña hacia Mesía.

A finales de la primera decena de febrero de 1809, los 200 hombres y 200 caballos que componían las fuerzas francesas situadas en medio de cuatro brigadas, desaparecieron como por arte de magia, sin que en un radio de unas veinte leguas se supiese de ninguna tropa española. Tan sólo hubo noticias de que desaparecieran por un cabo herido que pudo escapar y llegar hasta las otras fuerzas, manifestando que sus compañeros habían sido degollados por los aldeanos. Parece ser que los habitantes de aquellas parroquias, que entonces pertenecían a la provincia de Betanzos, tomaron tal determinación cuando supieron de las órdenes francesas de saqueo, incendio y exterminio de todas las aldeas inmediatas a La Coruña, con el objetivo de atemorizar al resto de la población.

Según cuenta Adriano López Morillo, en un Boletín de la Real Academia Gallega de 1910: “Puestos de acuerdo por medio de los mayordomos pedáneos y curas de las aldeas, en una noche y en una hora convenida, dieron muerte a todos los oficiales y tropa imperial, enterrándolos con el armamento y efectos, ya siendo de día, en el interior de los frondosos pinares. Los caballos fueron en la misma noche conducidos hacia Rivadavia y luego entregados al Marqués de la Romana (que lideraba el ejercito español que se retiraba hacia Portugal). Decían que el Marqués no hacía más que santiguarse cuando le referían el hecho”.

El General del ejército francés Jomini, por entonces Jefe del Estado Mayor del 6º Ejército Francés por entonces, narra en su obra “Estrategia” lo siguiente: “Cuando el cuerpo de Ney reemplazó al de Soult en la Coruña, acantoné entre ésta y Betanzos dos escuadrones del Tren de artillería, en medio de cuatro brigadas, que distaban de aquel punto unas dos leguas, sin que en un radio de otras veinte se supiera de ninguna tropa española, y sin embargo, inesperadamente desaparecieron los hombres y los caballos de dichos escuadrones, sin que pudiéramos averiguar el camino que llevaron, hasta que por un cabo herido, que se pudo escapar, se supo habían sido degollados por los aldeanos dirigidos por clérigos y frailes.”

Según narra Alfredo Erias Martínez en su artículo "A Invasión Francesa de 1809 vista desde Betanzos (I)" publicada en el Anuario Brigantino: “É evidente que non foi unha emboscada, como romanticamente podería pensarse, posto que iso sería moi arriscado. Os documentos non dan detalles, pero sabemos que os soldados estaban, como era tradicional desde antigo ó paso de calquera exército, vivindo nas casas dos campesiños: polo tanto, dispersos. Seguramente o seu comportamento sería insultante para as familias, sobre todo no que respecta ás mulleres, e, por conseguinte, non debeu ser difícil desde a igrexa (quizais na misa dos domingos e, en calquera caso, coa coordenación de curas e frades) deseñar unha acción sorpresiva e necesariamente nocturna que debía realizar cada campesiño co francés ou franceses que estaban na súa casa. Quizais ese campesiño poido ter algunha axuda cando houbese máis dun soldado. Foi unha acción desde logo moi ben medida, que tiña referencias na historiografía clásica (Massacre de la Saint-Barthélemy no contexto das Guerras de Relixión francesas, cando os católicos aniquilaron ós hugonotes, protestantes, a noite do 23 de agosto de 1572 e días que seguiron) que sen dúbida coñecían os eclasiásticos. Por outra parte, calquera dos nosos paisanos sabe perfectamente desde neno cal é a maneira de que o cocho cando o matan non berre: cortándolle a gorxa. E iso foi o que pasou, non hai dúbida: matáronos mentres durmían, cortándolles a gorxa. Por iso soamente se salvou un, de milagre: viu morrer ós compañeiros cos que estaba nunha casa e logrou escapar, sen poder dicir que pasou cos demais doutras casas e doutras parroquias.”

Después de numerosas pesquisas y interrogatorios, los mariscales Soult y Ney, en su furor ciego, impusieron a la ciudad de Betanzos una multa de nueve millones de reales (bajo la amenaza de que ante su impago se quemarían la ciudad y los pueblos de la provincia) y dispusieron que una fuerte columna recorriese las aldeas donde desaparecieran sus soldados, ordenando quemar las mismas y haciendo que violasen, en el atrio de las iglesias, a las mujeres que no pudiesen escapar, sin respetar edades.

También se sabe que se fusiló a un gran número de aldeanos y personas de Betanzos, teniéndose constancia de las partidas de defunción de la parroquia de Santiago de Betanzos, de 8 aldeanos, 2 de ellos vecinos de San Vicente de Carres (Cesuras), apresados por los franceses y fusilados públicamente el 11 de febrero del citado año, es decir la víspera del fusilamiento acaecido en Arxán, Mesía.

Asimismo en la citada parroquia de Carres, fueron fusilados ocho hombres el 11 de febrero del citado año, entre ellos el mayordomo de la parroquia.

La ciudad de Betanzos, en su afán de reducir la cuantiosa multa, se escudaba en que los hechos no se habían producido en su provincia, sino en la de Mesía, lo que parece que fue aceptado por el ejército francés reduciendo la contribución impuesta a cuatrocientos mil reales.

Las leyendas cuentan que a partir de dicho momento, los generales Soult y Ney se hicieron tristemente célebres entre los gallegos y se quedaron “inmortalizados” como típicos nombres de perro: “Sul y Nei”.
 
puertofb
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Mensaje por puertofb »

Que valentía.. está bien no olvidarles.

Gracias MPardo por contarnos esta historia, que terror debieron de sentir.

Puerto
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